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Invictus.

Desde la noche que sobre mi se cierne

negra como su insondable abismo

agradezco a los dioses, si existen

por mi alma invicta.

Caído en las garras de las circunstancias

nadie me vio llorar, ni pestañear.

Bajo los golpes del destino

mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar, de lágrimas e ira

yacen los horrores de la sombra,

pero la amenaza de los años me encuentra

y me encontrará sin miedo.

No importa cuan estrecho sea el camino,

cuan cargada de castigo la sentencia.

Soy el amo de mi destino.

Soy el capitán de mi alma.

W. Ernest Henley.

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